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Arquitectos: Daniel Moreno Flores, La Cabina de la Curiosidad, Marie Combette
- Área: 2000 m²
- Año: 2021
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Fotografías:Marie Combette, Andrés Jiménez, Daniel Moreno Flores
El Ilalò, una montaña sagrada. Este proyecto invita a reflexionar acerca del territorio, de entender al lugar donde se emplaza y formular hipótesis de como la arquitectura debe insertarse en un terreno andino. La pregunta inicial fue: ¿cómo deben ser las construcciones en la montaña sagrada del Ilaló? Entendemos que la intervención debe ser lo más respetuosa posible, comprendiendo su ruralidad, reconociendo su fragilidad; hay que considerar las pendientes de la montaña, los materiales tienen que tener un lenguaje con el medio, los desechos humanos hay que considerarlos y por lo tanto tratados. El terreno intervenido es un pequeño cañón entre dos brazos en la ladera del Ilaló, incluso el terreno colinda con una quebrada, por lo que se puede acceder a este tesoro escondido, guardián de la esencia de la montaña.
Rehabilitar para construir con respeto. Inicialmente en el terreno había algunas construcciones, en el proceso de diseño, hicimos evaluaciones de todas las huellas, para entender sobre la circunstancia de cada una de ellas, además pusimos en cuestionamiento a las lógicas constructivas empleadas previamente, reflexionamos de como poder revertir ciertas alteraciones que degradaban a la montaña. Por ejemplo, cortes de terreno que fueron muy transformadores volvieron a tener pendiente. En las áreas exteriores comenzamos a plantar árboles nativos para que regresen los pájaros. Los eventos naturales propios del mismo terreno se los consideró para potencializarlos, como pozos de agua o escorrentías. Concientizamos acerca del valor de la quebrada y como poder conservarla. Las construcciones anexas a los cuerpos principales con materiales escuetos se retiraron, otras construcciones que conllevaron mucho esfuerzo quedaron ahí y se les transformo conceptualmente. Reciclamos espacios y elementos, también obtuvimos materiales del territorio, entendiendo los recursos.
Construir para el territorio. A partir de un centro geográfico, parte alta, en zonas topográficamenteconservadas, se realizaron caminerías con tapas de piedras que articularon espacios distantes del terreno. Parte baja, en zonas accidentadas y cortadas en sus relievesse construyeron pasarelas aéreas que conectaron hacia los hospedajes, generando un paseo sobre los techos de las casas y la idea es que en el futuro se camine por la copa de los árboles, en esta estructura ligera.
Los hospedajes se instalan en unas estructuras de aluminio de una construcción que no culmino. A estos espacios existentes, se los trató como ruinas contemporáneas, al interior se efectúan dos habitáculos de madera y tierra, en las dos casas. Los interiores de la ruina sin techo se pensaron como jardines íntimos llenos de plantas tropicales, es un recorrido para llegar al cuarto: es una experiencia natural.
Reconociendo unas visuales excepcionales al valle de los chillos y de las montañas cercanas (Quilindaña, Cotopaxi, Pasochoa, Illinizas, Corazón, Atacazo), se definieron dos miradores de contemplación e introspección, abrazados a una construcción existente con un carácter público. Para la rehabilitación de esta edificación se consideró el trabajo artesanal con referencia a la elaboración de canastas de carrizo de la zona; paredes, techos, muebles se las realizó con este material vernáculo rescatando técnicas ancestrales.
En esta zona lluviosa, la montaña capta el agua y la sigue brotando tiempo después que dejó de llover. Valorando y tomando consciencia acerca de los recorridos de agua, se los canalizó para que acompañen al caminar de las personas. Además, se intensificó una acumulación de agua existente haciendo un churo en la tierra para el disfrute y la contemplación.